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viernes, 4 de abril de 2014

Strom y Jawa (Día 2)

Dicen que más vale tarde que nunca así que continuaré con el relato.

Daba comienzo el segundo día de viaje y nos esperaba una larga ruta hasta Lisboa aunque todavía no imaginábamos que lo sería tanto.

Amaneció en el punto más al norte de nuestra península y lo primero que hicimos fue acercarnos al faro para hacer unas fotos conmemorativas y desayunar lo que iba a ser la cena del día anterior. Un desayuno de campeones vamos...





El día aparentaba ser fresco en sus primeras horas pero no, no era fresco, ¡era frío!
En pleno mes de Julio empezamos nuestra ruta hacia Ourense con niebla y unos 10ºC.
Antes de llegar a nuestro primer destino paramos a repostar y aproveché para llamar a la oficina de Caser y que de esta forma estuviese lista la carta verde de mi seguro para que cuando llegásemos la pérdida de tiempo fuese menor.
Dicho y hecho, en Orense la parada fue tan sólo de unos minutos, lo justo para recoger la carta verde (y menos mal que lo hicimos porque al día siguiente nos hizo falta...).

Salimos de Orense dirección la frontera de Portugal por la OU-540, repostando antes de cruzar el país (en Portugal la gasolina es más cara que en España).


La carretera hasta Ponte da Barca es simplemente IM-PRESIONANTE. Buen asfalto y curvas, muchas curvas. Un auténtico placer.
Recuerdo comentar por el intercomunicador "si hasta Oporto vamos así esto va a ser la bomba"... ¡Ay, que ilusos! Siempre ha dicho mi padre que dura poco la alegría en la casa del pobre y efectivamente, así fué.
Bajando a Ponte da Barca encontramos un tractor con remolque al que no pudimos adelantar hasta que nos dimos con lo que iba a ser nuestro calvario durante largo tiempo: ¡las maravillosas carreteras nacionales portuguesas!
El GPS marcaba una media de 50 km por hora, cosa que nos parecía increíble pero estaba en lo cierto. Llegar a Oporto se hizo muy largo pero lo conseguimos.
Paramos a repostar a la entrada y el amable gasolinero nos recomendo un sitio cercano para comer una francesinha mas "auténtica" y económica que las del centro de la ciudad.


Con la tripa llena y bien hidratados nos fuimos a pasar por los sitios más típicos de Oporto, ciudad que ambos conocíamos de anteriores viajes.








Salimos por Vilanova de Gaia para tomar la N1 dirección Lisboa.
Nuestra idea desde un principio era no gastar ni un euro en peajes y por eso viajamos por nacionales. Como consejo, diré que si se decide hacer lo mismo, tengáis muy en cuenta que el viaje puede ser un auténtico calvario. Lo negativo, varias horas de carretera nacional plagada de coches donde la media que sacamos no llegó a los 50 km/h; lo positivo, logramos el objetivo de no pagar ni un peaje y además Toño recibió un curso intensivo de pilotaje en ciudad/atasco. De verdad, el viaje se hizo muy duro y muy muy lento pese a ir en moto (no me lo quiero ni imaginar en coche).
De camino a Lisboa tuvimos algo parecido a un espejismo (fruto de la ignorancia, el calor, el cansancio o las tres juntas). El caso es que vimos un cartel de salida para el Santuario de Fátima y desde la carretera una bonita iglesia con pinta de ser importante.
- ¿Es Fátima?
- Será, marca la salida.
- Vamos entonces.
- Ok.

Pues no, no era Fátima puesto que quedaba más alejada de la nacional pero bueno, el templo era bonito.


Bordeamos Lisboa camino del cabo da Roca (punto más al oeste de Europa) y gracias a que el GPS nos perdió por Sintra pudimos disfrutar de una fantástica experiencia de conducción dificil de entender sin haberla vivido.
Después de un día enterno de calor y carretera lenta y aburrida a más no poder, el destino nos guardaba un premio. Sintra y su laberinto en forma de carretera entorno al Palacio da Pena y la Quinta da Regaleira .
La niebla cubrió de golpe la sinuosa carretera que recorre este paraje y de pronto nos vimos medio perdidos en medio de un bosque. Pese a esto y a la brusca bajada de temperatura lo único que recuerdo es la gran sonrisa que ocultaba bajo el casco.




Aún a día de hoy sigo sin saber exactamente el camino que seguimos hasta dar con el Cabo da Roca pero el caso es que conseguimos el segundo de nuestros objetivos.



La meta del día estaba alcanzada, no sin más esfuerzo de lo esperado así que ahora sólo quedaba dirigirse al merecido descanso previo paso por el Casino de Estoril (el más grande de Europa según dicen)


La llegada a Lisboa fue tranquila, aparcamos en el hotel y fuimos a dejar las cosas en la habitación. La idea era pasear en moto la ciudad de noche pero el cansancio era tal que no fue posible. Nos habíamos ganado una noche de hotel después de un día tan largo.